Esta historia esta ambientada en Córdoba, hacia el año 1400 por mandato del Rey Enrique III de Castilla.
Cuenta la leyenda que una mujer alta y esbelta, con cabellos morenos y ojos hechizantes casada con un caballero descendiente de un marques, cada día salía de su palacio a la misma hora sin decir a nadie a donde iba. El marido se percataba de sus escapadas y de que cada vez que volvía a casa venía con los trajes alborotados o incluso sucios. La mujer salía todos los días, lloviera, hiciera frio o incluso nevara por lo que el caballero se desesperaba cada vez más a medida que los días y las semanas iban transcurriendo
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Un buen día soleado la mujer salió se su casa muy contenta pero ella no sabia que acabaría mal. Todo parecía ir bien ya que ella y su pareja eran realmente felices hasta que su esposo la siguió desde lo lejos pero con cierta inquietud y observó en todo momento a la bella mujer. Vio que se reunió con un hombre alto y esbelto con un plumín colgando de su caballo. El hombre enfureció y se volvió a casa pensando que sería su amante.
Al llegar la mujer a su casa, el marido la replicó lo que todo este tiempo había estado haciendo y la prohibió volver a salir de casa.
La mujer muy triste por no poder terminar la labor que empezó y sobretodo por no poder disfrutar de la libertad acabó enfermando y falleciendo.
El marido lleno de furia salio a cabalgar y sorprendentemente se encontró con el hombre que vió aquel dia junto a su mujer. Se paró frente a él y sin mediar palabra sacó su espada y le apuntó. El otro hombre desconcertado preguntó el motivo por el cual se le apuntaba con la espada y éste muy furioso le contestó que por robarle a su mujer. El joven se percató inmediatamente de quién era ese hombre. Era el marido de la bella dama que con sus manos habia intentado construir una torrecilla con un bello patio cordobés y para el cual iba a ser dedicado. Aquel mismo que la encerró por no confiar en su mujer. Aquel mismo que por terco no consiguió ver terminado el regalo que a su esposa tanto trabajo le había costado. Aquel mismo que le estaba apuntando con la espada. Aquel.
Al chico se le escapó una lágrima junto con una sonrisa triste y solo pudo llegar a articular: “Eras el hombre más afortunado por tener una mujer que te amaba con locura y que te construyó con su esfuerzo un lugar donde escaparos, pero por tu desconfianza te has quedado solo y sin un lugar donde poder descansar” El marido se calló y volvió al lugar donde les vio juntos. Se quedó helado al verlo; al ver aquella torrecilla con un patio andaluz en su interior. El sueño que le prometió hacer realidad una noche a la luz de la luna sentados en el balcón de su casa. El hombre no pudo soportar lo que había hecho y se encerró en la torre donde murió.
Desde entonces, cada año después de las cruces de mayo, dentro de la torre de la “Malmuerta” que es así como se llamó, y por arte de magia, en el patio interior, crecen las flores más bonitas que en ningún lugar se pueden encontrar.
Muy bien.
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