Esta es mi pequeña adaptación
En un país muy muy lejano, encima de una alta montaña,
había un palacio donde vivían un rey alto y esbelto y la más hermosa de
las mujeres, la reina. Eran muy felices pero les faltaba algo. Mejor dicho,
alguien. Alguien que alegrara el gran palacio en el que vivían. Tras mucho
empeño en conseguir tener un hijito, lo consiguieron y nació una linda y
preciosa princesita. Pero entre toda la felicidad que inundaba el palacio, también
había una desgracia, la hermosa reina estaba enferma, muy enferma. Con el paso
del tiempo, los reyes hablaron y la reina le pidió al rey que le hiciera una
promesa. El rey muy preocupado, aceptó preparándose para lo peor. La reina le había
pedido que buscara a alguien más guapa y todavía más bella que ella para que la
princesita no estuviera sola con su padre.
Pasaron los años y a la vez que el rey buscaba y
buscaba, la princesita crecía y cada día parecía más guapa. Cuando la princesa
creciese sería la heredera del inmenso reino que su padre tenía pero para poder
sacarlo adelante, necesitaba un príncipe a su lado. Así que el rey y la
princesa llegaron a un acuerdo divertido. El rey, como conocía perfectamente a
su feliz princesita, buscaría al príncipe ideal para su ella y la princesa,
como conocía a su padre, buscaría a la mujer ideal para su él.
Tras unos cuantos meses, el rey celebró una pequeña
cena íntima, dónde le diría que había encontrado a la persona perfecta para
ella. Durante la cena, la joven princesa estaba inquieta ya que ella todavía no
había encontrado a la mujer idónea para su padre. Por suerte, se le ocurrió un
plan para tener más tiempo en su búsqueda. Le pediría a su padre que para
comprobar si el príncipe la quería y era bueno para ella, debía encontrar un
vestido tan dorado como el sol, otro vestido tan plateado como la luna y otro
vestido tan brillante como las estrellas.
La princesa creía que el príncipe tardaría mucho
tiempo en realizar sus vestidos, y desafortunadamente para ella, tardó apenas
una semana en tenerlos todos. No se lo podía creer, tenía que idear algo que le
diera más tiempo y pensó en que le pediría un abrigo para poder pasear por la
noche por el jardín de palacio. Le pediría un abrigo de toda clase de pieles,
ya que le resultaría casi imposible hacerlo.
Mientras tanto, ella se dedicaba a viajar en busca de
una mujer para su padre y un día, descansando en un precioso lago con una
enorme noria y muchos patitos y cisnes, encontró a una mujer peinándose sola. Le
resultó curiosa la escena ya que a ella siempre le peinaba una doncella y se fue
a hablar con ella. Cuando la mujer se dio la vuelta, la princesa quedó
eclipsada por su belleza. No se lo podía creer, había encontrado lo que hacía tanto
tiempo que andaba buscando. La mujer vio la alegría en sus ojos y le preguntó
qué ocurría. Como apreció que era muy largo de explicar, invitó a la princesa a
su casa a cenar y como era tarde, a pasar la noche. Fueron andando entre los pájaros
y los árboles hasta una pradera donde se encontraba un gran castillo muy
parecido al suyo. No se había dado cuenta de que estaba con la reina de aquella
zona y se sorprendió más todavía. Cenaron y hablaron casi hasta el amanecer sin
darse cuenta y al día siguiente partieron las dos hacia el palacio de la
princesa dispuesta cada una a encontrarse con su futura pareja.
Tras dos días de viaje, llegaron a palacio y en la
puerta, nada más abrir, se encontró colgado el abrigo de toda clase de pieles.
Pensó que aquel príncipe era el ideal puesto que había conseguido todo lo que
le había pedido sin rechistar y siempre con una sonrisa.
Como era de esperar, el padre organizó un banquete
donde todos se conocerían y disfrutarían de la cena y de la compañía.
El príncipe antes de sentarse en la mesa, bajó a las
cocinas y hablo con el chef de palacio para que le ayudara con una pequeña
sorpresa.
En el cóctel de bienvenida, se sirvieron muchas
variedades de bebidas y aperitivos para atenuar la espera. Allí pudieron hablar
y conocerse un poquito más. De repente, en una de las copas, pudo alcanzar a
ver que había algo extraño, un trébol de cuatro hojas recién cogido del jardín de
palacio. Pero a pesar de resultarle curioso, simplemente se rió para sus
adentros y pensó que sería obra de alguna doncella. Después del cóctel pasaron
a sentarse para empezar con el banquete. Ya en el segundo plato, se
sorprendieron por el sonido de los pájaros tan cercanos a ellos. La princesa
miró más detalladamente y vio a unos pequeños petirrojos posados sobre el
vestido de toda clase de pieles que el príncipe le había regalado. Eso ya era
muy peculiar, no podían haber sido sus doncellas, pero lo dejó pasar. La cena
acabó todavía mucho mejor de cómo había empezado, el rey pensaba que la mujer
era muy parecida a la reina y no sabía por qué. Y la princesa estaba encantada
con el príncipe.
Llegó la hora de irse a las habitaciones y una vez
allí la princesa descubrió encima de la mesita de noche, un objeto que cuando
se dio cuenta de lo que era, el corazón se le aceleró.
El rey y la mujer se despidieron antes de meterse en
las habitaciones y se dieron cuenta de que aquella vez no era la primera vez
que se veían. Se conocieron de pequeños en uno de los jardines del palacio de
sus padres y jugando, se profesaron amor eterno. Más tarde se casó con la reina
y se fueron a su palacio y no volvieron
a verse. Allí, en medio del pasillo, se abrazaron y se alegraron de aquel
recuerdo.
Mientras tanto, en la habitación de la princesa, ella
miraba la mesita de noche con sorpresa. Era el Ankh egipcio de la vida, un regalo
que tenía de su madre y que nadie sabía de su significado. Inmediatamente pensó
que se le habría caído del collar y que alguien se lo habría dejado allí, pero
no podía ser, tenía una inscripción en la parte trasera y era un poquito más
grande que el suyo. “Aquí empieza mi nueva vida” Podía leer. De repente se
acordó del príncipe y fue directa a su habitación pero él ya le esperaba en el
pasillo. Le explicó que el día que la conoció llevaba un collar con tres
objetos muy peculiares, un trébol de cuatro hojas, un pequeño petirrojo y el Ankh
egipcio de la vida. El príncipe pensó que haciéndole esos pequeños detalles,
acabaría dándose cuenta de que era la persona ideal para casarse y acertó,
decidieron, como decía la inscripción, que aquella noche sería el principio de
su nueva y feliz vida.
A la semana siguiente, se celebraron las dos bodas
juntas y comieron perdices y comieron perdices.
Se contará esta adaptación tras haber trabajado antes
algunos detalles importantes para entender la historia (como la suerte que
dicen que dan los tréboles, qué es un petirrojo y qué es el Ankh egipcio).
El cuento es precioso pero, como adaptación de Toda clase de pieles para niños de infantil está solo bien. Si fuera una historia inventada para el segundo o el tercer ciclo de Primaria, te diría que perfecto pero... Te explico.
ResponderEliminarEn primer lugar la trama, que debe ser sencilla, se ha complicado con la doble pareja rey-antigua novia; princesa-príncipe. Eso, además de dificultar la comprensión de los niños pequeños, lo aleja de sus intereses porque, aunque el amor les llame la atención, algo tan específico como reencontrar a un amor del pasado realmente no les importa nada.
En cuanto a la adaptación en sí, has cambiado dos de los aspectos que fundamentan la esencia del cuento:
- La protagonista escapa de su casa, a pesar de ser feliz en ella, para huir de la decisión de su padre. En tu cuento, no huye; solo se va temporalmente a buscar una esposa para su padre. Recuerda que, en los cuentos folclóricos, el alejamiento del hogar se debe a una huida por causa mayor que obliga al protagonista a madurar.
- Por otra parte, en Toda clase de pieles, es ella la que consigue enamorar al príncipe usando su astucia y su paciencia. Aquí es el príncipe quien toma este papel por lo que ella se convierte en un ser pasivo. Con este cambio, los vestidos y el abrigo dejan de tener sentido real.
En realidad has escrito un cuento precioso inspirado en Toda clase de pieles. Es como lo que hacía Andersen cuando se inspiraba en motivos folclóricos para crear sus cuentos... pero no es una adaptación sino una nueva historia.